5.7.07

Lo transhumano


La Joven Familia (The Young Family), de Patricia Piccinini (Freetown, 1965)


En 1973, el filósofo transhumanista Fereidoun M. Esfandiary (bajo el pseudónimo FM-2030) publicó el Upwingers Manifesto, una declaración de los principios que vendrían a constituir el transhumanismo. El término upwinger, prácticamente intraducible, venía a ser una vía de escape y superación de las otras alas (wings) políticas, es decir, izquierda y derecha, capitalismo y socialismo – recordemos que esto fue pensado en un contexto de Guerra Fría -. Una especia de tercera vía pero con más delirio y menos cinismo. En dicho manifiesto se proponía una serie de reformas de escala global que harían desaparecer cosas molestas como el hambre, la enfermedad y la muerte, dando paso a una nueva era - posthumana – donde quedarían atrás los viejos temores y obstáculos para poder vivir de una vez por todas en un tecnoparaíso más terrenal que nunca. El lema final proponía: OPTIMISMO – ABUNDANCIA – UNIVERSALISMO – INMORTALIDAD.
Ya terminada la Guerra Fría, el optimismo del transhumanismo se ha visto por un lado reafirmado por los avances tecnológicos, y por otro lado denostado por el uso dado a ese mismo avance: una abundancia para pocos – y cada vez más pocos –; un universalismo dictado por la doctrina de la Guerra Preventiva; y una inmortalidad a la que se puede acceder por Youtube, y que deja a los 15 minutos de Warhol como un tiempo demasiado largo.
La obra de Patricia Piccinini se construye bajo una mirada siniestra y satírica partiendo de los mismos puntos del avance tecno-científico. Es sobre todo en su mirada absurda y horriblemente cercana sobre la institución familiar donde se hacen patentes algunas posibles consecuencias del afán delirante por la inmortalidad. Si el sueño de la razón provocaba monstruos, la exacerbación de lo racional – el uso de la ciencia para borrar los límites de lo humano – produce monstruos no sólo como metáfora sino como cuerpo concreto. Una biopolítica de lo deforme, que no tardaría en ser justificada como daño colateral. El progreso, se sabe, siempre se cobra sus víctimas.