26.11.07

Artistas del Cómic - Joan Sfar



Los bigotes de Dios

Por Martín Pérez para RADAR


“A los judíos no les gustan demasiado los perros. Creo que es porque el perro te muerde, te persigue y te ladra. Y hace tanto tiempo que a los judíos los muerden, los persiguen o les ladran que, al final, prefieren a los gatos. Bueno, no sé qué pensará el resto de los judíos, pero mi dueño así lo dice.” Con estas palabras comienza el primer tomo de la saga titulada El gato del rabino, narrada por el felino del título, que vive junto a su dueño –y a su hermosa hija, Zlabya– en la Argelia de comienzos del siglo pasado. Aunque su voz es la que cuenta siempre cada una de sus historias, el gato aprende a hablar recién unos cuadritos más adelante, cuando se come al loro de la familia: un animal tonto y que no deja nunca de hablar bobadas. Allí es donde comienzan realmente sus aventuras, ya que su amo desconfía de ese milagro y a la vez esa desgracia que es que su gato sea capaz de hablar. Porque, según el rabino, no hace más que decir mentiras, como asegurar una y otra vez que no se ha comido al loro. “La palabra sirve para expresar el mundo y no para desvirtuarlo”, se queja el rabino, que no quiere dejarlo a solas con su hija, temeroso de que le meta malas ideas en la cabeza. Por eso pretende hacer del gato un buen judío, aunque el animal decide que si es judío quiere tener su bar-mitzva. Así es que el rabino lleva a su mascota a la casa de su maestro, para preguntarle si su gato que habla puede tener su bar-mitzva. Como era de esperarse, el maestro asegura que eso es imposible, y el desafiante gato comienza a polemizar con él. Lo saca de sus casillas, y termina sugiriéndole a su discípulo que lo ahogue. “Le digo al rabino del rabino que soy Dios, que ha tomado la apariencia de un gato para comprobar su fe”, se enoja entonces el gato. “Le digo que no estoy nada satisfecho con su conducta. Le digo que ha sido conmigo tan dogmático y obtuso como lo son algunos cristianos con los judíos. Se arrodilla e implora que le perdone. Le digo que es una broma, que sólo soy un gato y que ya se puede levantar. El rabino del rabino dice que blasfemo, que miento, que usurpo el nombre de Dios y que deberían ahogarme.”

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